martes, 29 de marzo de 2016


      

          
Resultado de imagen de no a la violancia de genero DIBUJOS a lapiz
      EL DESCONOCIDO
 La mujer se despertó en una cama inmensa  con los ojos vendados. Había sido una noche extraña y se encontraba envuelta por un sentimiento aterrador. Aquel desconocido que conoció en un bar la había llevado a su casa, y por primera vez tuvo la extraña sensación de estar fuera de control. El dolor formó parte de una noche llena de juegos sexuales ajenos a su sencillo estilo de vida. Se levantó algo quejumbrosa y se quitó la venda de los ojos, aunque al hacerlo no sintió alivio alguno, la oscuridad de la habitación lo inundaba todo sumiéndola en una ceguera. Seguida por su instinto, se dirigió hacia una esquina donde había visto la noche anterior un gran espejo; al andar su cuerpo se estremecía y rezumaba una extraña y olorosa sustancia que no sabía discernir qué era. Cuando estuvo delante del espejo, un grito de terror llenó la habitación. La imagen que le devolvía aquel objeto era el de un trozo de carne deformado y ensangrentado. Miró a un lado y otro sin poder distinguir nada. Por algún lugar tenía que estar ella escondida entre aquellos restos.
                                        

lunes, 21 de marzo de 2016






                                           REFUGIADOS

Salieron al atardecer acompañados únicamente por el miedo y algunos papeles que le hiciesen más fácil la huida, ya que desde hace días sólo se escuchaban los gritos de la tormenta que lo destrozaba todo. Aquella vieja mujer escondía su aterrorizado semblante bajo un oscuro velo y sostenía la mano de un niño que temblaba de frío. Cuando llegaron lejos de la frontera, tras días de huida del terror que los perseguía, descansaron en un solar derruido desprovisto de todo aquello que les pudiera ofrecer seguridad. A pesar del cansancio, la mujer vivió la noche vigilante ante la muerte que se desplazaba de un lado a otro sin distinguir ningún claro objetivo. El niño arrastró entre sus sueños temblores de espanto que quedarían para siempre escritos en su memoria. Al día siguiente renovaron la marcha, con más hambre, más frío y más miedo. Cuando llegaron a su destino unas manos distintas los acogieron y pensaron que el trayecto había acabado. Lo que no sabían es que aquella tormenta de la que huían había crecido dentro de los corazones de los hombres y los había engullido. Ya no había destino donde llegar, tampoco existía el camino de vuelta. Todo era oscuridad.

viernes, 4 de marzo de 2016




EL mascarón resucitado



El camino hacia el lugar elegido era grandioso, aunque costaba llegar a él toda una eternidad. Entre las rocas sonaba el ronquido del oleaje de manera estremecedora. Aquel atardecer traía recuerdos de otros tiempos donde todo era más simple, más asequible, más tranquilo y también más oscuro. La orilla del mar trasladaba con la espuma de las olas restos de un antiguo naufragio que la corriente expulsaba de las entrañas del océano. Entre los restos acumulados en la arena, un vetusto mascarón de proa movía casi imperceptiblemente la cola. El viejo marino paseaba evocando su pasado decidido a sucumbir en aquella playa. Ya nada le interesaba, el mundo se había convertido en un juego de sonidos, de melodías acortadas y enlatadas, ya nadie escuchaba el eco del abismo en una caracola, además pronto la marea se llevaría el antiguo faro, su hogar desde que su amputada pierna lo dejó en muelle seco. Mientras los pensamientos del anciano acallaban el ruido exterior, la sirena que se debatía entre las algas salió de la enredadera y se dirigió hacia el viejo; cuando llegó a su lado le acarició el ralo cabello y comenzó a entonar un canto. El farero embrujado por aquella melodía milenaria abrazó aquel trozo de madera que había recobrado vida. La sirena abrió su majestuosa boca y engulló al marino, luego miró hacia el horizonte esperando una llamada. Y cuando una gigantesca ola llegó a la playa, se zambulló en ella para volver al fondo del mar y depositar el cuerpo que se había cobrado en el cementerio de los sueños rotos.