domingo, 14 de junio de 2015



Viaje nocturno al amor

Esta noche he viajado
al aroma de tu cuerpo,
al tacto de tu piel
y al sabor de tus besos.

Aunque el día me increpe que te quiera,
la noche desdeña y se rebela,
regresando la mirada a otros tiempos.
.
La noche despierta el calor dormido,
la desdicha de tenerte solo en sueños,
la impotencia del olvido
y la pasión de mi cuerpo.

Aunque el día me oculte que te quiera,
la noche me descubre que no es cierto
creando incertidumbres en mis desvelos.

El alba intenta encubrir mis sentimientos,
pospone la razón al deseo,
soslaya de mi mente las nostalgias,
y frena el impulso del pensamiento.

Aunque el día me inste a olvidarte,
la noche me trae tu recuerdo
 y con ella rememoro otros versos.

Noche y día me atenazan,
 la una con su fervor,
la otra con su recelo.
Y el día reprende a la noche
que quebranta al día.

Si bien se turnan y contradicen
el sentir de mis empeños,
yo convierto mis días en noches,

y sin quererlo, te quiero.

viernes, 5 de junio de 2015


Como un resplandor en mi camino
afloras a mi vida cada cierto tiempo.
No te quedas.
Eres como la marea que baja y sube
dejando olvidada en la orilla
su anhelada espuma marina.

Vas y vuelves.
Apareces como un reflejo
por unos momentos, segundos,
y te deslizas entre mis dedos y huyes
como el ágil camaleón que escapa
de la manos que intenta conquistarlo.

Será que en mi ribera no encuentres
agua que te retenga
y yo no sea más que un canto rodado
depositado en la arena
o en una arista de tu vida,
o un meandro donde aligerar tus pasos,
o pausa precisa en busca del puerto,
o puede que sea tu playa perdida
y quizá la halles entre las tormentas
de la vida, algún día.

Tú eres la inestable llama
 que enciende mis nostalgias
y mis anhelos,
fuente de impulsos y ansiedades,
balón de oxígeno,
 lágrima ingenua.

 Apareces con mis días de paz
y mis noches de guerras.

Ni siquiera sé cuánto te quiero,
si te quiero, si me quieres,
o si te he querido desde siempre
y hasta siempre te quiero.

¿Sería mi vida igual sin tu reflejo?
¿Dormirían mis noches sin tu recuerdo?

Cuando dices que vienes y no llegas,
mi espíritu se rebela contra tu esencia.
Luego, pasa el tiempo,
silencio en el alma
y duelo en el pecho.

Pero no huyo de ti
 aunque, tal vez, lo hiciera,
porque hay un lazo invisible
 que nos sentencia
 y hace que sea muy breve el encuentro
y muy extensa la espera.

                              
                                                  



jueves, 15 de enero de 2015

Quisieron crear la paz





 llamaron Paz



Intentó llegar, pero nadie la esperaba.
Ha llamado a las puertas del mundo
sin dar tregua a los hombres
 para que arriaran sus banderas.
Se quería colar en las mentes de todos
e inundar sus casas de gritos certeros,
pero fallaba una y otra vez...

Pasó entre las piernas de los poderosos
intentando amarrarlas a su yugo.
Anduvo entre las camas de los débiles dándoles consuelo.
Arribó en todos los puertos
sin pedir permiso al naviero.
Aterrizó en todas las pistas
 junto con aviones preñados de bombas,
Y la hirieron.

En las pantallas de nuestros ojos mostró su cruel y dolida herida.
Se arrastró entre muros de cultura desolados,
entre los hombres muertos en batalla derramó sus lágrimas
y entre las ramas quemadas de los árboles
cogió la fuerza para proseguir su vuelo,
y  voló.

Quemada por su destino cruel,
hundida en un terror ciego,
y  voló.

De bomba a misil,
de incendio a fuego.
Repitió la cruel historia que llevaba viviendo
miles de años o quizás más.

Quizá ella nació un día de tormenta
entre gritos de muerte,
fue su madre la sangre
y su padre la guerra.

Quizá fue una rebelde condenada a pedir lo imposible
o un mero irrealizable inventado por algún poeta
o por un loco,
o por alguien que aburrido de tanta mierda
decidió crear una bella utopía.
Y la creó.

y la parió al mundo,
y le puso un nombre,
y le dio libertad.
Libertad para ver lo que hacían de ella,
para que se paseara por la tierra gritando su invento.

Y el invento nació de los hombres.
Y la pusieron en sus banderas.
Y la mataron.
Y la renacieron.
Para pisarla de nuevo.

                                       Teresa Fernández