sábado, 29 de junio de 2013



  
                 A MI MADRE



La mañana iba avanzando,

pero ella no encontraba el camino.
 Cada vez que sus lentos pasos
 intentaban llegar a su pequeña meta
establecida por ella misma,
 la oscuridad la apartaba mas y más de su destino.
 No sabe en que momento
 su vida empezó a caer en ese pozo del olvido.
 Una mañana se levantó y ya no se conocía,
 y aún más,
 le costaba reconocer todo lo que estaba a su alrededor.
Poco a poco,
 las cosa antes tan queridas
empezaron a perder su sentido.
Primero fue un simple tenedor,
ya no estaba muy segura de para qué servía.
Luego fueron las calles,
después, las palabras,
 los rostros,
 los signos.
 El mundo se convertía por momentos en una negra pizarra
donde no había escritos.
 Hasta que un día
empezó a olvidar que se le olvidaban las cosas,
y en ese instante su mundo volvió a ser suyo
 y de nadie más.
  Recuperó la filosofía del instante vivido
y por unos segundos
 volvió a ser feliz.