jueves, 23 de marzo de 2017



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Cuento     

                          La sabiduría del deseo

Paseaba plácidamente por la vereda de un río, no era el primer día que recorría aquellos caminos y salía tras la soledad de sus pasos dirigiéndolos a ese encuentro con él. Pero aquella tarde las nubes se habían empeñado en hacer más oscuro de lo normal el trayecto de ida. El viento soplaba fuerte y la niebla oscurecía el horizonte. Cuando se dio cuenta ya estaba perdida, empezó a buscar el sendero, pero tan sólo consiguió adentrarse más en el bosque. De pronto sintió su voz, sí, era él y se aproximaba. Cuando lo tuvo a su lado se agarró a su cintura y lo besó agradecida por haber salido en su búsqueda. Luego él la besó profundamente y empezó a acariciarla en medio de la confusión de la tormenta, sus cuerpos se fundieron y empezaron a gozar de todas las formas posibles, compartieron fluidos y gemidos, arrastrándose por el ardor entre el fango en el que se había convertido el camino. Un torbellino de nuevas sensaciones se apoderó de ella, llegando a comprender la plenitud de las palabras amor y pasión; y como si un rayo la hubiese iluminado desde el cielo, todo su ser se convirtió en un capricho de placeres.
 Así el temporal dio paso a un limpio amanecer, y ella despertaba en el camino, desnuda y plena, pero no estaba él. Se vistió y fue al lugar donde se reunían, tan sólo una nota que decía así:
Has amado y has gozado, yo me voy con la tormenta, no me busques porque tan sólo soy tu otro yo que andaba perdido en el bosque. No salgas a mi encuentro, te dejo lo mejor de mí: la sabiduría del deseo.

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