DEL RENACER Y OTRAS HISTORIAS
Por aquel entonces
fueron los sueños los dueños de mis horas. Escogí alejarme del murmullo de los
días para así redimirme entre
los huecos de las emociones. La soledad se hizo presa de un tiempo donde
tan sólo me pertenecían mis sentidos. Un
rincón en la verde hierba al lado de un manantial era
el lugar imaginario que sostenía mi consuelo oculto. Allí todo fluía con el
agua, curando con su fuerza, atrapando
sueños entre las motas de polvo que transportaba el aire.
Pero ese rincón se fue difuminando
clandestinamente en mi memoria porque
era ella la que lo retenía a mi lado intentando alejar el olvido. El día en que
mi recuerdo decidió desvanecerse y dejar atrás su naturaleza, durante un
tiempo, mientras desaparecía de mi historia, lo evoqué en
la suavidad del viento sobre unas piedras solitarias, en
el manar del agua al romper contra la orilla, en
el verdor de la hierba adherida a mi ropa.
Más tarde, cuando todo empezó a cobrar de
nuevo sentido, me quedó el lugar donde puse en orden mis recuerdos, arrojé a
la tierra mis manos vacías y busqué un futuro
reflejado en la corriente. Pero
ese rincón no sobrevivió al paso del tiempo porque se lo llevó el entusiasmo de
estar de nuevo viva. Un tiempo muerto que se fue, dejé de retener, alejé de mi
camino, desligué de mi realidad y del continúo paso de las horas; un tiempo desterrado
y extraviado en una búsqueda maldita que se perdió de entre los vacíos de mi existencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario